viernes, 18 de marzo de 2011

...Wipala...

Wipala, de la tribu de los waelianos, en el planeta Gamma30, se prestó a uno de mis retratos. Tenía la cara llena de surcos, dispuestos de forma aleatoria. En un primer momento pensé que se trataba de tatuajes, hecho que observé en otras estirpes de planetas visitados anteriormente, pero estas marcas eran distintas.
Wipala me contó que los de su especie pasan los primeros siete ciclos solares en una cápsula amniótica independiente, depositada en el fondo del mar, enterrada bajo el lodo del lecho. Durante esos ciclos se debe completar su crecimiento, y la piel es el último órgano en completarse, por lo que, durante ese tiempo, las mareas y el oleaje de la superficie afectan al líquido amniótico del interior de la cápsula, moviéndolo de una forma distinta en cada una de ellas y reflejando así los movimientos de las olas en la piel de los waelianos.
Exactamente el mismo proceso que nos sucede a nosotros con las huellas dactilares en el vientre de nuestras madres.

Es por eso que los waelianos sienten una adoración especial por el mar. Y no porque cuando son engendrados por sus padres (depositando las células necesarias en el interior de la cápsula para mezclarlas), son arrojados al fondo del océano durante siete ciclos solares. No. No es por eso.
Es porque en sus rostros tienen escritas historias del puño y letra del mar.

Tinta.29x42cm.

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